Se bajó el telón
Por Nidia B. Bañuelos H.
Pandemia. Sólo bastó esa palabra para frenar al mundo en sus actividades rutinarias. Una sola palabra con tantas repercusiones que no se vislumbraba la magnitud de la situación cuando empezaron las voces de alarma, las prohibiciones para viajar y las noticias de lugares activando protocolos de confinamiento se acercaban cada vez más a nuestro país.
Llenos de incredulidad, iniciamos un confinamiento, iniciamos un distanciamiento como si se tratara de algo opcional, como si no fuera algo de vida o muerte… Pero el sector que impactó desde un inicio es el sector del que poco o nada se escribe: el entretenimiento.
Poco a poco escuchamos de conciertos pospuestos o suspendidos, museos que cerraban sus puertas por tiempo indefinido, y una de las mayores cadenas de cines de Latinoamérica nos pedía en todas sus marquesinas que nos cuidáramos para volver a vernos de nuevo cuando la situación fuera a mejor... Poco o nada sabíamos de la duración de esta cuarentena que se extiende y ha iniciado segundas rondas de confinamiento social en algunos estados al cierre de esta publicación.
Teatros, escuelas de Artes, foros culturales, circos, estadios y cualquier lugar destinado al esparcimiento, entretenimiento o recreación fueron los primeros en ser cerrados por su consideración como giros no esenciales. Sin embargo, bajar el telón no significó tener una forma de apoyo en la gran mayoría de los casos. Y los empleos que dependen de esa industria de manera indirecta (industrias secundarias) se vieron afectados también: personal de seguridad, limpieza, vendedores dentro de los foros y personas que son reclutadas como eventuales durante los eventos se cuentan entre los más afectados. Al silencio forzado que tiene ahora este rubro hay que añadir los fallecimientos de intérpretes que dejan un profundo vacío en la escena nacional e internacional.
No sólo le dijimos adiós por tiempo indefinido a una forma de entretenimiento sino a un sector que nos apoya en la salud mental, que nos distrae de las rutinas usuales y que nos proporcionaba el pretexto perfecto para reunirnos con amigos y familiares a disfrutar de gustos compartidos y pasatiempos. México celebró el último concierto masivo antes del confinamiento: el Vive Latino, pues en el resto del mundo ya se habían cancelado.
Como en todos los aspectos de esta pandemia, no estábamos preparados, no contábamos con un instrumento que permitiera un desahogo económico para los integrantes de este giro. Y es que detrás de cada festival está toda una cadena logística que hace posible el evento: los choferes que transportan a los artistas y su equipo, las personas encargadas de las taquillas, los encargados de la producción, los responsables de las redes sociales, los publirrelacionistas, los medios de comunicación cubriendo la nota, los negocios que rentan un espacio para vender sus productos en el evento, los impresores del boletaje, los encargados del montaje e iluminación y producción, los servicios sanitarios portátiles, el servicio de estacionamiento, los vendedores de Souvenirs, los hoteles que alojan a los equipos de producción y talento, los servicios de catering, etc.: Detrás de un evento están muchas personas cuyo trabajo principal está -strechamente relacionado con esto y que no gozan de los privilegios de estar en una nómina, contar con seguridad social o prestaciones.
En un intento de apoyo solidario, diversas organizaciones, sellos discográficos y firmas ofrecieron conciertos vía online o con algún servicio de streaming con acceso a precios castigados para ayudar a los dependientes de este segmento laboral que de la noche a la mañana se quedó sin todo el trabajo de varios meses y que se tenía planeado a veces desde el año anterior como es el caso de festivales como Coordenada, Roxy, Cosquín Mx, Rock X La Vida, Festival de la
Cerveza, Corona Capital Gdl, innumerables obras de teatro, El FICG, El Festival Cultural de Mayo, el FICMY, FIMPRO, El Festival Cervantino y la Feria Internacional del Libro, entre muchos más que por falta de espacio no alcanzaríamos a mencionar. Dentro de este espacio el impacto más fuerte fue para los cuenta cuentos, las casas de teatro y foros culturales locales, los actores y compañías de teatro independientes, bailarines, fotógrafos, camarógrafos y en
fin, todas las personas que de un modo u otro desempeñaban una labor en este giro como freelance. Tan solo por mencionar un ejemplo, la FIL (Feria Internacional del Libro) tiene una derrama económica de alrededor de 330 MDD
en sus 10 días de duración cada año. 1
La AIEJA (Asociacion de Permisionarios, Operadores y Proveedores de la Industria del Entretenimiento y Juego de Apuesta en México) ha estimado una caída del 30% en comparación con el año anterior. Las pérdidas del 2020 ya superan los 33 mil MDP.2
Sin embargo, la promotora de eventos OCESA ha calculado una pérdida económica de hasta 80,000 MDD por trimestre de acuerdo a estimaciones y proyecciones que informó a la BMV. 3
La alerta roja lanzada el pasado 1 de septiembre por We Make Events al iluminar de rojo grandes foros en toda la república golpeó el paisaje urbano de todo México con lo que se hizo conciencia sobre la grave situación que atraviesa la industria del entretenimiento y la Cultura. A este llamado rojo se unieron más de 2 mil edificios de 75 ciudades alrededor del mundo. El movimiento que inició en Alemania y llegó a Reino Unido, tiene un eco en América al que se unió nuestro país. 4
No solo es volver a tener la antigua forma de disfrutar los eventos, sino de concientizar que están en alerta roja los empleos que dependen del sector más afectado por la situación que vivimos.
Llenos de incredulidad, iniciamos un confinamiento, iniciamos un distanciamiento como si se tratara de algo opcional, como si no fuera algo de vida o muerte… Pero el sector que impactó desde un inicio es el sector del que poco o nada se escribe: el entretenimiento.
Poco a poco escuchamos de conciertos pospuestos o suspendidos, museos que cerraban sus puertas por tiempo indefinido, y una de las mayores cadenas de cines de Latinoamérica nos pedía en todas sus marquesinas que nos cuidáramos para volver a vernos de nuevo cuando la situación fuera a mejor... Poco o nada sabíamos de la duración de esta cuarentena que se extiende y ha iniciado segundas rondas de confinamiento social en algunos estados al cierre de esta publicación.
Teatros, escuelas de Artes, foros culturales, circos, estadios y cualquier lugar destinado al esparcimiento, entretenimiento o recreación fueron los primeros en ser cerrados por su consideración como giros no esenciales. Sin embargo, bajar el telón no significó tener una forma de apoyo en la gran mayoría de los casos. Y los empleos que dependen de esa industria de manera indirecta (industrias secundarias) se vieron afectados también: personal de seguridad, limpieza, vendedores dentro de los foros y personas que son reclutadas como eventuales durante los eventos se cuentan entre los más afectados. Al silencio forzado que tiene ahora este rubro hay que añadir los fallecimientos de intérpretes que dejan un profundo vacío en la escena nacional e internacional.
No sólo le dijimos adiós por tiempo indefinido a una forma de entretenimiento sino a un sector que nos apoya en la salud mental, que nos distrae de las rutinas usuales y que nos proporcionaba el pretexto perfecto para reunirnos con amigos y familiares a disfrutar de gustos compartidos y pasatiempos. México celebró el último concierto masivo antes del confinamiento: el Vive Latino, pues en el resto del mundo ya se habían cancelado.
Como en todos los aspectos de esta pandemia, no estábamos preparados, no contábamos con un instrumento que permitiera un desahogo económico para los integrantes de este giro. Y es que detrás de cada festival está toda una cadena logística que hace posible el evento: los choferes que transportan a los artistas y su equipo, las personas encargadas de las taquillas, los encargados de la producción, los responsables de las redes sociales, los publirrelacionistas, los medios de comunicación cubriendo la nota, los negocios que rentan un espacio para vender sus productos en el evento, los impresores del boletaje, los encargados del montaje e iluminación y producción, los servicios sanitarios portátiles, el servicio de estacionamiento, los vendedores de Souvenirs, los hoteles que alojan a los equipos de producción y talento, los servicios de catering, etc.: Detrás de un evento están muchas personas cuyo trabajo principal está -strechamente relacionado con esto y que no gozan de los privilegios de estar en una nómina, contar con seguridad social o prestaciones.
En un intento de apoyo solidario, diversas organizaciones, sellos discográficos y firmas ofrecieron conciertos vía online o con algún servicio de streaming con acceso a precios castigados para ayudar a los dependientes de este segmento laboral que de la noche a la mañana se quedó sin todo el trabajo de varios meses y que se tenía planeado a veces desde el año anterior como es el caso de festivales como Coordenada, Roxy, Cosquín Mx, Rock X La Vida, Festival de la
Cerveza, Corona Capital Gdl, innumerables obras de teatro, El FICG, El Festival Cultural de Mayo, el FICMY, FIMPRO, El Festival Cervantino y la Feria Internacional del Libro, entre muchos más que por falta de espacio no alcanzaríamos a mencionar. Dentro de este espacio el impacto más fuerte fue para los cuenta cuentos, las casas de teatro y foros culturales locales, los actores y compañías de teatro independientes, bailarines, fotógrafos, camarógrafos y en
fin, todas las personas que de un modo u otro desempeñaban una labor en este giro como freelance. Tan solo por mencionar un ejemplo, la FIL (Feria Internacional del Libro) tiene una derrama económica de alrededor de 330 MDD
en sus 10 días de duración cada año. 1
La AIEJA (Asociacion de Permisionarios, Operadores y Proveedores de la Industria del Entretenimiento y Juego de Apuesta en México) ha estimado una caída del 30% en comparación con el año anterior. Las pérdidas del 2020 ya superan los 33 mil MDP.2
Sin embargo, la promotora de eventos OCESA ha calculado una pérdida económica de hasta 80,000 MDD por trimestre de acuerdo a estimaciones y proyecciones que informó a la BMV. 3
La alerta roja lanzada el pasado 1 de septiembre por We Make Events al iluminar de rojo grandes foros en toda la república golpeó el paisaje urbano de todo México con lo que se hizo conciencia sobre la grave situación que atraviesa la industria del entretenimiento y la Cultura. A este llamado rojo se unieron más de 2 mil edificios de 75 ciudades alrededor del mundo. El movimiento que inició en Alemania y llegó a Reino Unido, tiene un eco en América al que se unió nuestro país. 4
No solo es volver a tener la antigua forma de disfrutar los eventos, sino de concientizar que están en alerta roja los empleos que dependen del sector más afectado por la situación que vivimos.
Dentro de las iniciativas que se implementaron para brindar apoyo se cuentan los estímulos para artistas que cada Gobierno Estatal impulsó, las iniciativas de Secretaría de Cultura (SumArte en Casa, PECDA, EFICINE por mencionar algunos), la donación de streaming Premium por parte de foros importantes que permitieron las transmisiones de obras de teatro y conciertos privados, el lanzamiento anticipado de trabajos culturales por medio de plataformas gratuitas como YouTube, donde las vistas de esos trabajos son remuneradas para los intérpretes.
Tuvimos que adecuar nuestra manera de asistir a los eventos por medio de recorridos virtuales, streaming, transmisiones en plataformas; se implementaron los shows virtuales y se ofrecieron serenatas personalizadas como algunas de las estrategias para seguir generando fuentes de sustento para los involucrados. Con esfuerzo y paciencia nos estamos ajustando a una manera diferente de vivir el Arte y la Cultura, a ser un público que interactúa por medio electrónicos y empezamos a ver desde casa los conciertos y obras de teatro sentados en el sillón. No es fácil pero el ajuste se convierte en uno más de los retos de esta nueva forma de vida; tal como lo han sido el Home Office, las clases virtuales y la utilización de aplicaciones de pago para los servicios que están a nuestro alcance.
Una iniciativa que se destaca por su labor solidaria entre negocios, músicos y técnicos es Aquí nadie truena, con su cuponera virtual, a precio accesible que daba acceso a conciertos de diversos artistas independientes, cupones de precios preferenciales de las marcas participantes y claro, ayudaba económicamente a los técnicos y demás personal que se involucró en este movimiento a favor del apoyo solidario. El mini Festival Suena fue una transmisión continua de muestras de talento de toda la República Mexicana durante 24 horas sin parar entre saludos, palomazos, videos, grabaciones de estudio y sesiones en vivo.
Toda crisis tiene un lado amable y en este caso se llama oportunidad: Crear, ser visto y escuchado, estar al alcance de todo el mundo es una de las ventajas que tiene esta modalidad.
Una nueva forma de acceder al entretenimiento y la cultura nos llegó con el confinamiento, la cuarentena y el coronavirus: acceder desde nuestra casa, desde el sillón de nuestro hogar, desde el teléfono y desde la computadora que antes usábamos para el trabajo y las redes sociales. Los autocinemas al aire libre volvieron a ser una opción para algunos, los conciertos llenos de medidas de distanciamiento y cupo limitado se plantearon como una opción. Unos a favor y otros en contra, pero no quedó una persona indiferente al respecto.
Con el aumento de casos de COVID-19, las medidas de restricción han regresado y la castigada industria del entretenimiento volvió al coma inducido del que había empezado a salir. Hemos bajado el telón y puesto al rubro en pausa indefinida con las familias que dependen de él sin goce de sueldos por ser empleados eventuales y sin prestaciones en la mayoría de los casos. Ahora lo único que anhela esta industria es sobrevivir al coronavirus, continuar con su labor y no lamentar más pérdidas humanas, no tener más nombres engrosando las listas de los que se lleva esta pandemia, volver a su ritmo de vida, a sus jornadas laborales, a darnos sonrisas y asombrarnos con sus eventos.
Nosotros queremos lo mismo y nadie quiere que la más famosa frase del espectáculo pase a la historia: “El show debe continuar”… Pero, ¿Cuándo?
1 Fuente: https://www.france24.com/es/20201003-fil-guadalajara-edicion-virtual-covid
2 Fuente: AIEJA
3 Fuente: https://promocionmusical.es/noticias/ocesa-perdidas-80000-millones-dolares-coronavirus
4 Fuente: FIMPRO
5 Fuente: FIMPRO
Tuvimos que adecuar nuestra manera de asistir a los eventos por medio de recorridos virtuales, streaming, transmisiones en plataformas; se implementaron los shows virtuales y se ofrecieron serenatas personalizadas como algunas de las estrategias para seguir generando fuentes de sustento para los involucrados. Con esfuerzo y paciencia nos estamos ajustando a una manera diferente de vivir el Arte y la Cultura, a ser un público que interactúa por medio electrónicos y empezamos a ver desde casa los conciertos y obras de teatro sentados en el sillón. No es fácil pero el ajuste se convierte en uno más de los retos de esta nueva forma de vida; tal como lo han sido el Home Office, las clases virtuales y la utilización de aplicaciones de pago para los servicios que están a nuestro alcance.
Una iniciativa que se destaca por su labor solidaria entre negocios, músicos y técnicos es Aquí nadie truena, con su cuponera virtual, a precio accesible que daba acceso a conciertos de diversos artistas independientes, cupones de precios preferenciales de las marcas participantes y claro, ayudaba económicamente a los técnicos y demás personal que se involucró en este movimiento a favor del apoyo solidario. El mini Festival Suena fue una transmisión continua de muestras de talento de toda la República Mexicana durante 24 horas sin parar entre saludos, palomazos, videos, grabaciones de estudio y sesiones en vivo.
Toda crisis tiene un lado amable y en este caso se llama oportunidad: Crear, ser visto y escuchado, estar al alcance de todo el mundo es una de las ventajas que tiene esta modalidad.
Una nueva forma de acceder al entretenimiento y la cultura nos llegó con el confinamiento, la cuarentena y el coronavirus: acceder desde nuestra casa, desde el sillón de nuestro hogar, desde el teléfono y desde la computadora que antes usábamos para el trabajo y las redes sociales. Los autocinemas al aire libre volvieron a ser una opción para algunos, los conciertos llenos de medidas de distanciamiento y cupo limitado se plantearon como una opción. Unos a favor y otros en contra, pero no quedó una persona indiferente al respecto.
Con el aumento de casos de COVID-19, las medidas de restricción han regresado y la castigada industria del entretenimiento volvió al coma inducido del que había empezado a salir. Hemos bajado el telón y puesto al rubro en pausa indefinida con las familias que dependen de él sin goce de sueldos por ser empleados eventuales y sin prestaciones en la mayoría de los casos. Ahora lo único que anhela esta industria es sobrevivir al coronavirus, continuar con su labor y no lamentar más pérdidas humanas, no tener más nombres engrosando las listas de los que se lleva esta pandemia, volver a su ritmo de vida, a sus jornadas laborales, a darnos sonrisas y asombrarnos con sus eventos.
Nosotros queremos lo mismo y nadie quiere que la más famosa frase del espectáculo pase a la historia: “El show debe continuar”… Pero, ¿Cuándo?
1 Fuente: https://www.france24.com/es/20201003-fil-guadalajara-edicion-virtual-covid
2 Fuente: AIEJA
3 Fuente: https://promocionmusical.es/noticias/ocesa-perdidas-80000-millones-dolares-coronavirus
4 Fuente: FIMPRO
5 Fuente: FIMPRO