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Ana Campos

El liderazgo femenino y sus características

El liderazgo femenino nos invita a descubrir nuevos modos de gestionar las organizaciones. Te contamos qué dificultades encuentra y cuáles son sus características.


A pesar de que, como sociedad, estamos avanzando de forma importante en cuanto a reducir la desigualdad de género, esta sigue existiendo. Puede observarse de forma especialmente clara en el ámbito laboral, y más concretamente si nos fijamos en los puestos directivos. La presencia de las mujeres en estos estadios sigue siendo escasa; sin embargo, el liderazgo femenino tiene algunas particularidades que conviene conocer.

Varias investigaciones realizadas han dejado patente que hombres y mujeres tienen un desempeño igualmente bueno cuando ejercen como líderes. Así las cosas, ¿cómo se explica esta brecha de género? Lo cierto es que hay varios motivos importantes que dan cuenta de lo que ocurre.

Las dificultades que frenan el liderazgo femenino

Hay varios motivos que impiden o dificultan el hecho de que las mujeres alcancen altos cargos o posiciones directivas en las empresas. Los siguientes son algunos de los más relevantes:

1. La falta de confianza

Nos guste o no, los procesos de socialización en niños y niñas siguen siendo diferentes. Y, en ciertos aspectos, estas últimas no salen bien paradas. Algunos estudios han encontrado que, ya a la temprana edad de seis años, las niñas se consideran menos inteligentes y menos capaces que los niños de su misma edad.

Además, es menos probable que asocien la brillantez con su propio género, incluso en personas adultas. De esta forma, asumen desde muy temprano una desigualdad que no es cierta, que daña su autoestima y mina su confianza.


2. La autoexclusión

Debido en parte a esas ideas infundadas, pero bien arraigadas desde la infancia, las aspiraciones profesionales de las mujeres son diferentes a las de los hombres. Estas escogen con mucha menos frecuencia carreras técnicas; pero no solo esto, también se muestran menos interesadas en optar a puestos de responsabilidad.


3. Los estereotipos de género

Ya en los procesos de selección pueden comenzar a surgir estas limitaciones para el liderazgo femenino, y es que es probable que ellos sean elegidos antes que ellas para promocionar o acceder a puestos de poder. Pese a que esta tendencia está cambiando, se ha visto que aún es menos común atribuir características de gerentes exitosos a las mujeres que a los hombres.

4. El techo de cristal

En las organizaciones siguen existiendo una serie de reglas no escritas que dificultan y detienen la ascensión piramidal de las mujeres hacia los altos cargos.


Esto puede deberse precisamente a la idea de que no están capacitadas para asumirlos, pero también a otros motivos. Por ejemplo, la conciliación de la vida familiar y laboral es casi utópica y muchas parejas deciden que sea la mujer quien renuncie a su carrera para ocuparse de los hijos.


  • Estas organizaciones suelen poseer estructuras jerárquicas que se rigen por reglas masculinas.

  • La designación de puestos es por elección y no por mérito.

  • Los estereotipos hacen mella en la seguridad de las mujeres y sesgan las decisiones de quienes eligen.

  • La obligación de renunciar a la vida familiar para poder escalar puestos hace que muchas mujeres abandonen el objetivo.

Las características del liderazgo femenino

La ausencia de las mujeres en puestos de gerencia supone una importante pérdida de talento en las organizaciones. Lo cierto es que incluso aquellas que deseasen ascender y venciesen los obstáculos anteriores, encontrarían que en muchos casos no hay lugar para su forma de proceder y dirigir.

Como hemos dicho, las organizaciones suelen presentar un estilo de liderazgo masculino y este es el que se busca y se valora. Tal y como ocurre a nivel social en otros ámbitos, la energía femenina y sus características asociadas es desplazada y devaluada. Y es que el liderazgo femenino es diferente en varios puntos:

Frente al individualismo y la competitividad masculina, las mujeres son más propensas a la cooperación, al trabajo en equipo y al establecimiento de lazos más íntimos.

  • A la hora de tomar decisiones, las mujeres suelen ser más democráticas y participativas. Los hombres, por su lado, ejercen estilos de liderazgo autocráticos y directivos.

  • Es común que las mujeres en puestos directivos no busquen únicamente la productividad económica, sino que presten más atención a aspectos como el salario emocional. Son más propensas a empatizar, a tener en cuenta los estados ajenos y a cuidar el ambiente emocional.

Abrirnos a la diversidad para crecer como sociedad

Debido a lo anterior, muchas mujeres que buscan alcanzar (o alcanzan) puestos directivos, terminan adoptando las actitudes y tendencias masculinas. Esto es natural si tenemos en cuenta que, en muchas ocasiones, les resulta imprescindible para “sobrevivir” y ser tomadas en serio en dichos entornos.

Sin embargo, el liderazgo femenino, aunque diferente al masculino, tiene mucho que aportar. Es importante que las organizaciones se abran a estas nuevas perspectivas y nuevos modos de proceder, no solo para dar cabida a las mujeres, sino para mejorar sus resultados. El equilibrio siempre es la clave.


La mayor presencia de mujeres en puestos de liderazgo es fundamental para aumentar la visibilidad y que las nuevas generaciones de niñas cuenten con suficientes referentes. Por esto, es momento de un cambio.


Publicado en lamenteesmaravillosa.com

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