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Ana Campos

Entretejiendo su enmarañada madeja por Martín Casillas


“¡El inocente sueño, el sueño que entreteje su enmarañada madeja con cuidado! La muerte de cada día, el baño para la fatiga, el bálsamo para nuestra mente dolida, segundo plato de la Naturaleza y principal elemento del festín de la vida”, tal como Macbeth a partir del insomnio definió lo que era el sueño como el que María José Lavín ha logrado personificar.


Esta artista ha creado unas esculturas entretejiendo sus sueños con una nueva y sorprendente técnica para ofrecernos los Sueños a la carta. Instalación – Escultura que estará hasta el 15 de enero del 2023 en la Galería del Seminario de Cultura Mexicana en Polanco, donde los han montado para que veamos esos sueños convertidas en unas gorditas desnudas e ingrávidas, flotando en el espacio, hechas con Ácido Poliactivo Termoplástico (PLA), es decir, una fibra de almidón de maíz, raíces de tapioca o caña de azúcar con la que fue armando esas enmarañadas madejas con una pluma 3D para que, poco a poco, aparecieran esas mujeres que sueñan y que son al mismo tiempo el sueño que soñamos, tal como las imaginó María José ahora que las vemos con todo y sus almohadas.


Freud determinó que “el sueño es la realización (disfrazada) de un deseo reprimido” y, si a este postulado le agregamos que los sueños se presentan como si fueran una maravillosa poesía, una facultad alegórica con sentido del humor o una deliciosa ironía, sabemos que si los cuentan durante un tiempo, podemos saber lo que hay dentro, pues, en los sueños se recrea una encadenada fantasía, mezclando imágenes tomadas de la vida que interrumpen la solemnidad del adulto, como pensaba Novalis, o como aseguraba Cicerón, en medio de sus discursos en el Senado que “no hay cosa imaginada, absurda, enredada o anormal que no quepa en nuestros sueños”.


María José Lavín soñó a estas mujeres flotando entre unas almohadas, esas en donde hemos reposando la cabeza, como si fueran compañeras a la hora de recibir el bálsamo para nuestra mente dolida, tal como las vemos en esta instalación que nos deja con la boca abierta.


No podía estar mejor que en el espacio de la Galería del Seminario que preside el arquitecto Felipe Leal (Premio ArpaFIL 2022), un hombre que todo lo que toca lo convierte en obra de arte, como ahora lo ha hecho con estas delicadas y asombrosas esculturas que tienen fondo y forma, contenido y continente, tal como María José las imaginó y construyó.


Como diosa, ha creado a estas mujeres a imagen y semejanza de sus sueños, esos que fue entretejiendo con una enmarañada madeja para personificarlas y que fuesen espejo donde nos vemos flotando por el espacio al desnudo, sujeto y predicado, cuerpos y sombras en tercera dimensión, hechas con esa fibra sustentable para recrear a unas mujeres soñadoras que muestran su intimidad como deseo reprimido.


Al lado de uno de los sueños hay dos pequeñas y bellas soñadoras embarazadas sobándose la panza: cargan con un ser vivo que está a punto de salir al mundo y, en medio de la galería —entre dos sueños a la carta—, hay una escultura que parece ser una semilla roja enorme, centro del universo, roja pura, roja que te quiero roja con todo y esa hendidura femenina como el deseo, es decir, una belleza por sí misma.


Con talento, Eros ha derrotado a Tánatos y todo parece que la vida le sonríe a María José que ahora ha sido capaz de expresar, con esta obra original, a unas mujeres que sueñan y son soñadas.


Luis Ignacio Sainz asegura que “María José Lavín, triunfante y gozosa, pone fin al tormento del insomnio” y nosotros celebremos con ella todo esto que ha soñado, deseando que lo siga haciendo y lo cuente a su manera para que conozcamos lo que hay dentro de ella y, de pasada, dentr5o de nosotros mismos ahora que ella se nutre del principal alimento del festín de la vida y del segundo plato de la Naturaleza.

Un feliz diciembre,

Martín Casillas de Alba


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