¿Cómo ser buen periodista? 10 consejos y un acto de fe
- Aulabierta
- 3 abr
- 5 Min. de lectura

Aunque no lo crean, hace varios días que le doy vueltas a la pregunta del titular. Me persigue desde que una lectora lo planteó en mi último post. Me pedía consejos para ser buen periodista…
Suena fuerte, ¿verdad? Me refiero a lo de «buen». A mí misma me encantaría tener el manual del buen profesional de la comunicación en mis manos. Al final, la profesión te pasa y muchas veces ni siquiera tienes tiempo de pensar en lo que estás haciendo. Es como si de un plumazo entrar en una redacción te obligara a borrar de la pizarra mental buena parte de los datos ya recopilados para abrir hueco al conocimiento útil y la supervivencia. Además, dirán otros, lo de “ser bueno” es tan subjetivo como complicado; cada vez más.
En medio de tal confusión, no obstante, siempre nos quedarán los hechos, y de ellos -de lo que he visto, he palpado y he aprendido al lado de quienes hacen que esta profesión merezca la pena- extraigo yo mi humilde descripción del buen periodista. ¿Me acompañáis?
(1) El buen periodista lee, escucha y observa lo que sucede a su alrededor
De acuerdo con que la mayoría de los estudiantes que ingresan en la Facultad de Periodismo lo hacen porque les gusta escribir, pero para hacer información hay que estar al tanto de lo que acaece más allá de nuestras narices. Hay quienes me siguen dejando boquiabierta por su capacidad para estar al día. Si la jornada tiene 24 horas y está plagada de quehaceres, ¿cómo lo hacía ese hombre para estar al día de todo lo que sucedía dentro y fuera de la redacción?
David Santos Febrero – Bajo Licencia Creative Commons (CC BY)
(2) Conocer es poder
Desde el principio, a los periodistas nos enseñan a saber un poco de todo sin saber de nada en particular. Todoterrenos por decreto, pasamos el día picoteando de aquí y de allá.
Si bien eso nos da una visión más amplia del mundo y nos permite contextualizar, determinado nivel de especialización siempre irá en beneficio de quienes dependan de nuestro trabajo para comprender la realidad –una especialidad sobre la que habrá que seguir formándose, por cierto. Con solo pisar la redacción, uno ya se da cuenta de quién es el experto en cubrir parlamento o a quien puede recurrir para evitar contar una burrada sobre la subasta de arte que se acaba de celebrar. El periodismo de verdad necesita gente que sepa de lo que está hablando. Y si nos toca meternos en un berenjenal ajeno -siempre hay una primera vez-, es tan sencillo como preguntar.
(3) Trabajo en equipo
Estamos juntos en esto. Un periodista solo no llegará muy lejos -incluso las estrellitas tienen un equipazo detrás sin el cual no deslumbrarían. Un buen profesional siempre necesitará un técnico que grabe su voz y le ayude a elegir la música, o un diseñador que haga que su reportaje luzca. Todos ganamos.
Bajo licencia CC0
(4) La cooperación nos hace fuertes
Sé que esto va en contra de la propia naturaleza de la profesión. De alguna manera, el día que nos dan el título (e, incluso en algunos casos, el día que nos mandan la carta de admisión en la universidad), nos salta el chip de «hay que competir, machacar y pisotear a la competencia». Nada más lejos de la realidad. Además de los compañeros de redacción que pacientemente me han enseñado y me han tendido una mano cuando la he necesitado, los mejores periodistas que he conocido no han tenido problema en compartir el audio de una rueda de prensa con el que llegó tarde, dejarle unas pilas o pasarle ese teléfono de contacto tan preciado. En el mundo real, la gente se ayuda. Los periodistas también.
(5) Pensamiento crítico
Esto sí que viene seguro en los decálogos oficiales. Todo es cuestionable, y cuando digo todo es TODO. Nunca os quedéis con una sola visión de las cosas; ni siquiera con dos. Tampoco os precipitéis a la hora de buscar inocentes y culpables. El rigor es indispensable, al igual que hacer las preguntas incómodas que sean oportunas –aunque el alcalde te mire de reojo y te mate con la mirada mientras la formulas. ¡Y ojito con revisar quién se esconde detrás de la noticia –especialmente, si hay dinero de por medio!
Franklin Reyes_ Bajo licencia Creative Commons (CC BY)
(6) “Nunca te enamores de tu trabajo”
Eso nos lo dijo un profesor y me viene a la cabeza cada vez que me empecino con una idea. Creo que no necesita mucha aclaración, ¿verdad? Muy ligado a la idea del equipo y la crítica en modo introspectivo: aprendamos a recibir las opiniones constructivas, a reconocer los errores y a quitar lo que sobra por muy bonito que nos haya quedado.
(7) Versátil como una navaja suiza
De verdad que me encanta que muchos periodistas hayan tenido la suerte de dedicarse exclusivamente a escribir desde que salieron de la facultad, pero hay que saber hacer un poco de todo. Vale, sí, quizás lo de mi compañero Alejandro, que tan pronto te redactaba un informativo como te arreglaba la antena, era un poco excesivo. Sin embargo, estoy segura de que un punto intermedio es factible. Es necesario por uno mismo y también por los demás: saber lo que cuesta montar un vídeo (y haberlo sufrido) permite valorar la parte que toca a los demás y hacer peticiones realistas. Altamente aplicable a los jefes.
Bajo licencia Creative Commons – CC0 Public domain
(8) Yo reciclo, tú reciclas, él recicla…
… y ¡a seguir formándose!, porque la realidad cambia y un buen periodista tiene que ser capaz de manejarla. Hay una ligera diferencia entre envejecer haciendo esto y quedarse obsoleto –tal y como decía Schwarzenegger en la última de Terminator.
(9) Un poquito de pasión, por favor
Es más fácil dedicarse a esto si uno ama la profesión. Y, si un día se da cuenta de que no es así, es mejor que lo deje, persiga sus sueños y ceda el hueco a quien de verdad quiere intentarlo. No le deseo a nadie que acabe atrapado en un trabajo que detesta -salir en la tele o firmar un texto en un periódico de renombre no compensan el dolor de cabeza resultante de pasar la mayor parte de nuestros días amargados.
Bajo licencia Creative Commons – CC0 Public Domain
(10) Y mucha humildad, honestidad y fidelidad a uno mismo
Después de todo, solo somos periodistas y lo que hacemos es cumplir con una función social, la de informar a los demás. Los mejores profesionales que he conocido eran, sobre todo, buenas personas. Con indiferencia de su edad y el tiempo que llevaran en la profesión, eran profesionales generosos, con principios y con los pies en la tierra. Esa es la lección más grande que me dieron.
Eso sí, y aquí viene el acto de fe, para que todo esto funcione es preciso creer que se puede ser buen periodista y hacer periodismo de calidad. Hacen falta profesionales que confíen en que hay alternativas, en que es posible levantarse y devolver al periodismo el lugar que merece en la sociedad, porque, si nació, no fue por quienes comen -o intentan comer- de él, sino por los ciudadanos que lo usan para tener más control sobre sus vidas.
Publicado por isabelrbenitez.
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