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6 pistas para diversificar los formatos y las formas de narrar

Durante el taller virtual ‘Otros periodismos posibles desde el enfoque étnico, antirracista y diverso’, la reportera Daniela Rea compartió sus experiencias.



Por Luisa Fernanda Gómez Cruz

“¿Cómo contar esto?” es una pregunta latente en la cabeza de los reporteros. Más aún cuando llega el momento de enfrentarse a la página en blanco. Las respuestas, por lo general, los llevan a los formatos tradicionales. Pero Ómar Rincón, académico, artista, ensayista y periodista colombiano, lo cuestiona: “Tenemos la impresión de que hay un solo tipo de crónica, a lo Truman Capote, o de reportaje de investigación, a lo Watergate, y nada más”. ¿No hay nada más?


Daniela Rea, periodista, documentalista y escritora mexicana, fue la primer invitada a las “ruedas de prensa” del taller virtual ‘Otros periodismos posibles desde el enfoque étnico, antirracista y diverso’ conducido por Ómar Rincón, para reflexionar junto a los 18 periodistas participantes cómo encontrar formas y formatos distintos para contar historias.


1. Dejar que los demás se nombren

Al momento de entrevistar a una fuente los periodistas la nombran desde lo que es o lo que hace: “especialista”, “político”, “víctima”. No se le pregunta cómo quiere ser nombrada y esto es clave al momento de narrar a los demás.

Daniela Rea contó que durante la escalada de violencia en México fue importante poder nombrar a personas como “víctimas” porque era una forma de reconocer que se había ejercido una violencia sobre ellas. “Pero de pronto la palabra ‘víctima’ comenzó a convertirse en una cosa que les quitaba la posibilidad de agencia, su capacidad de decir, de reaccionar, de hacer”, señaló Rea. Algunas de esas personas empezaron a expresar entonces que no las llamaran “víctimas”, lo que generó una discusión entre académicos por la forma en que se les debía nombrar. “Y yo dije: Lo mejor es preguntarles a ellas ‘usted cómo se quiere reconocer: ¿como víctima?, ¿como sobreviviente?, ¿como mamá?, ¿como defensora de derechos humanos?”. Hubo quienes prefirieron “sobreviviente”, otras “activista” o “defensora”.

Sucede lo mismo desde la otra orilla: nombrar a alguien como “victimario” puede totalizar el ser de una persona. Por lo que Daniela Rea sugería a los asistentes al taller decir mejor: personas que han sido víctimas de una violencia o que han ejercido una violencia, porque eso demarca la situación en un espacio concreto y no en la totalidad de la historia de una persona.


2. Dejar que decidan sobre su representación

Una pregunta recurrente en el taller fue cómo representar al otro sin estigmatizar ni revictimizar, para lo cual Rea sugirió revisar las formas en que son representados ciertos grupos de personas, como los indígenas o las personas trans. “Identificar los prejuicios de lo que representa una persona indígena permite ver que hay muchas formas de representación que no tienen que ver con lo que nosotros imaginamos”, dijo la reportera, “y eso puede ir abriendo la curiosidad” para encontrar una nueva forma de narrarles. 

Otro camino es prestar atención a las cosas que transmiten las fuentes, volviendo al cómo se cuentan a sí mismas. Si las mujeres trans, por ejemplo, reivindican el trabajo sexual, allí puede estar una forma de representarlas. “El punto está en que seguimos planteando el problema a través de nosotres, cómo nosotres les vamos a representar, cuando hay que plantearlo desde cómo esa persona se representa a sí misma. Porque esa persona ni siquiera nos necesita para ser representada”, afirmó la reportera. 

Nuevamente, partir de darle agencia al entrevistado sobre su historia y preguntarle cómo quiere ser representado resulta determinante. 


3. El formato puede estar en el lugar desde el cual se nombran las personas

El momento en que se conversa con una persona también es importante a la hora de determinar cómo contarla, pues el lugar o el espacio en que se encuentra no parten del periodista. Allí es donde pueden estar las herramientas y el formato que utiliza para narrarse a sí misma, con base en sus espacios y actividades. 


Por ejemplo, una forma de hacerle una entrevista o de conocer qué es importante para una mujer cuidadora podría ser preguntarle por la lista de cosas que tiene que hacer en el día a día. “A veces cuando le preguntamos a las personas sobre lo importante en su vida hablamos de cosas muy genéricas y vastas, como los hijos, el amor… Pero si les pedimos que nos las aterricen en el día a día preguntando “¿qué tiene que hacer en un día?”, voy a ver que tiene que lavar las sábanas que vomitó el niño en la madrugada y eso ya me materializa y aterriza en que probablemente el hijo esté enfermo”, cuenta Rea quien señala que en este caso la lista puede surgir cómo género narrativo. “Puede ser un formato vinculado a este ser de una persona que cuida porque es un formato que nos es accesible a todes y que nos permite priorizar y ordenar”, concluye la reportera.  Otro ejemplo puede ser la situación de las personas privadas de la libertad. Lo más seguro es que ellas no tengan acceso a un teléfono celular, a una cámara o a hacer un video. Pero quizá sí tengan acceso a papel y lápiz para escribir cartas. La carta puede ser también un formato que esté vinculado a un lugar desde el que se cuenta, desde el que se nombra. 

El formato no tiene que partir de los periodistas como narradores de otros, sino del sujeto a contar o de la realidad a contar.


4. Perder el control de la entrevista

A los periodistas les enseñan que deben controlar todo en una entrevista, mientras en la antropología lo que se busca es perder el control. 

Perder el control de una entrevista hace imposible mirar solo lo que el entrevistador quiere mirar. Implica aceptar y arriesgarse a ver cosas que no se están buscando en una entrevista. Y eso posibilita poder encontrar cosas que no solo confirmen lo que ya sabemos.


5. Contar la cotidianidad

¿Cómo contar de otra forma una historia que ha sido contada muchas veces y hacer que siga siendo importante? “A lo mejor una clave es pensar en la vida cotidiana, en todas las cosas que una persona tiene que resolver en su día a día”, responde Daniela Rea. 

Las mujeres buscadoras, por ejemplo, no solo buscan a sus desaparecidos; tienen más cosas que hacer. ¿Dónde dejan a los hijos cuando tienen que hacer búsquedas? Infancias y búsquedas puede ser un tema. ¿Dónde está la responsabilidad del Estado con estas infancias? Grupos comunitarios que se organizan en torno a guarderías para niños cuando están haciendo búsquedas, otro tema. ¿Qué más sucede en la vida cotidiana de las personas cuando no están haciendo algo?


6. El foco da el formato y el periodismo mutante

El lugar donde se pone el foco en una historia también puede ser un camino para encontrar su formato. “El foco es el que me dice por dónde narrar”, dijo Ómar Rincón. Y cuenta que mientras el periodismo tradicional le impone al periodista el formato, si tiene que hacer una crónica, un reportaje o una entrevista, en el periodismo mutante es al revés: se llega al sitio o al personaje para descubrir la forma en que se va a narrar. 

“No le impones una forma a la realidad. El periodista es una máquina narrativa que tiene la capacidad de encontrar la forma de narrar la realidad”, afirmó Ómar Rincón y compartió el artículo académico que escribió titulado ‘Periodismo mutante y bastardo’ publicado en la revista CS de la Universidad Icesi de Cali (Colombia).


Sobre Daniela Rea

Reportera, documentalista y escritora mexicana enfocada en derechos humanos. Es una de las fundadoras de la Red de Periodistas de a Pie. Autora del libro Nadie les pidió perdón; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado. Dirigió el documental No sucumbió la eternidad


Sobre Ómar Rincón

Académico, artista, ensayista y periodista colombiano en temas de medios y entornos digitales, cultura, entretenimiento y comunicación política. Profesor titular de la Universidad de los Andes (Colombia). Crítico de tv de El Tiempo. Ensayista y consultor de la revista digital 070. Escribe de vez en vez en Anfibia. Últimamente hace proyectos de arte en estéticas narcos, está pensando las culturas bastardas y las narrativas indígenas. 

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